miércoles, 9 de abril de 2014

ADRIANA DELANTE DEL ESPEJO


Es domingo por la mañana, Juanito y mamá aún duermen. Adriana ya despierta, avanza sigilosa por el pasillo de la casa pues :  ” mamá tiene el sueño ligero y necesita descansar de una dura semana de trabajo”, esto siempre se lo recordaba su tía Ana, que cuando vivía con ellos reprendía a Adriana por no respetar el descanso de mamá. Ahora es más cuidadosa con el silencio, y casi se ha convertido en su juego del domingo por la mañana: hacer cosas sin hacer ruido. ¡Qué divertido!
Cuando llega al cuarto de baño, se mira en el espejo como cada mañana, pero hoy no tiene prisa por lavarse la cara con agua y se mira y se requetemira, le gusta mirarse en el espejo. Allí están sus ojos, grandes y marrones, su nariz pequeña y respingona, sus labios finos que esconden sus dos paletas separadas, bueno perdón como diría su maestra  “sus    y no paletas, que es vulgar” y su pelo fino y lacio que sólo se vuelve gracioso cuando mamá le hace dos coletas.
En realidad a Adriana le gustaría llevar gafas como alguna de sus compañeras de clase, pues los colores chillones de las patillas (verde, fucsia, naranja…) le recuerdan las pastillas de caramelo que su papá y ella compran en el Palacio de caramelo, su tienda preferida. También piensa en los brakets, esos aparatos en los dientes que hacen que el aire escape suave al hablar.
Y en estos pensamientos está, cuando de repente, suena el chirrido de la puerta del cuarto de baño y la cabecita de su hermano asoma por ella. Adriana le pasa la mano por la cabeza y le da un beso, luego con su dedo índice en los labios le indica al niño que guarde silencio, y susurrando le dice:
- Juanito ven, que vamos a jugar al juego del silencio.
                                                                                              
                                   (Elena Benítez. Maestra de Pedagogía Terapéutica)


Próxima historia: El Palacio de caramelo.


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