Los finalistas, y las obras presentadas de nuestro Colegio, fueron:
- ADRIÁN CABALLERO SEGADOR ( 2º de Primaria) : "El abuelo"
- CANDELA ESCUDERO GODOY ( 3º de Primaria) : "El poder de la imaginación"
- ANA ROMERO VENTAS ( 3º Primaria) : "Las hadas de la Primavera"
- PEDRO ANTONIO MEGÍA SÁNCHEZ ( 3º Primaria) : "Quiero un perro"
- FABIO ADRIÁN MOLERO PINUAL ( 4º Primaria) : El lápiz olvidado"
El señor alcalde hizo entrega de los premios a los ganadores:
- 2º PREMIO, MODALIDAD INFANTIL A : PEDRO ANTONIO MEGÍA SÁNCHEZ
- 2º PREMIO, MODALIDAD INFANTIL B : FABIO ADRIÁN MOLERO PINUAL
EL
LÁPIZ OLVIDADO
Érase una vez, un lápiz de listas rojas, doradas y negras,
punta afilada, y muy trabajador. Su
propietario se llamaba Pipe. Era un niño de once años, muy inteligente, al que
le encantaba escribir y ponía cualquier excusa para hacerlo.
Un día el lápiz de esta historia, que era el que siempre utilizaba Pipe, se
quedó en un cajón olvidado y apartado.
Pasaron días, meses, años y nadie lo buscaba.
Hasta que un día, la madre de Pipe, decidió quitar el polvo del cajón, y
encontró al lápiz en el fondo. El lápiz estaba sucio,
con la madera casi podrida; a la madre
le daba un poco de asco tocarlo, así es que lo tiró sin pensárselo dos veces. Y
en se momento decidió ir a sacar la basura. El lápiz se cayó de la bolsa y se
quedó en el suelo en mitad de la calle.
Un niño de Madrid, había
ido a Villanueva el fin de semana, para ver a su tío que estaba enfermo. De
repente encontró el lápiz y decidió llevárselo.
Cuando el niño regresó
a Madrid, dejó el lápiz en su escritorio para cogerlo a la
mañana siguiente al irse al colegio. Pero… con las prisas no se lo llevó.
La madre, creyó que su
hijo ya no lo quería y lo tiró a la basura. El portero lo echó al contenedor, y
el camión de la basura, al basurero.
El lápiz estaba en un
basurero de Madrid, ¡No se lo podía creer! Invadido por la ira cobró vida y
decidió ir a buscar a Pipe.
Del basurero se fue a
una calle que no pudo leer porque era muy bajo y su vista no le permitía leer
el nombre. Porque… aunque os parezca
sorprendente, el lápiz había aprendido a leer con Pipe, después de haber
escrito miles y miles de palabras. Entró en una casa humilde donde vivía una
tal Candela a la que el lápiz le contó su historia y que fue testigo del lápiz parlanchín. Candela
sorprendida, dijo que para salir de Madrid se dirigiera hacia la Carretera de Extremadura,
para ponerse camino hacia esa Comunidad. También le explicó, con todo detalle, las
ciudades por las que debería pasar para volver con su dueño. El lápiz se puso
en marcha decidido a encontrar su hogar.
Después de un día
agotador e intenso y ya en el pueblo Oropesa, donde había llegado gracias a que
se coló en un tren, se fue hacia una de sus preciosas calles de piedra hasta
llegar al castillo, donde pasó la noche con mucho frío.
Desde Oropesa se dirigió
hacia Trujillo en autobús. En ese lugar, se dispuso a entrar en un hostal para
escribir y así calentarse la punta. El
hostal estaba hasta arriba de gente, y el lápiz se sentía muy pequeño entre
tanta gente, pero no tuvo más remedio que pasar la noche allí, donde al menos
no pasaría frío.
Al día siguiente salió
para continuar su gran viaje. Se tuvo que colar en un autobús para ir a Navalmoral de la Mata. Intentó
disimular mucho para no ser visto, pero una niña de cuatro años que se llamaba
Isabel, lo vio debajo de un asiento temblando de miedo y se hicieron amigos. Cuando
la niña bajó, se lo guardó en su mochila.
Ya en su casa, decidió
acogerlo y quedárselo para siempre. Pero el lápiz le explicó que sólo se podía
quedar allí a pasar la noche, porque quería volver con Pipe, su dueño.
Al alba, el lápiz decidió
irse de Navalmoral de la Mata,
aunque la niña se quedó un poco triste, pero lo tuvo que afrontar y así su
nuevo amigo, el lápiz, le hizo un dibujo de ellos dos jugando. De
esta forma consiguió que lo despidiera con una sonrisa.
Cogió un taxi hacia Almaraz
donde pensó que podría pasar la noche
sin ningún problema. Allí, al llegar se quedó encajado en un par de rocas que
le impedían salir. El lápiz desesperado pensó que había llegado el fin de su
gran aventura y que no volvería a ver a Pipe. Pero de repente, un señor a lomos
de un caballo pasaba por el camino donde estaba el lápiz, y el caballo, sin
querer, dio a una de las piedras donde estaba encajado el lápiz y lo sacó de su
apuro. El lápiz entusiasmado, se quedó con la boca abierta al ver relinchar al
majestuoso caballo, pero decidió continuar hacia Mérida tal como le dijo
Candela que tenía que hacer para encontrar su casa. De pronto el caballo dio
media vuelta y se dirigió hacia él, y pensando que era una paja se lo metió en la
boca. Pero como era muy duro, no pudo romperlo y se lo quedó en la boca,
chupándolo. Allí permaneció hasta llegar a su destino que, afortunadamente, era Mérida.
A la
entrada de la bella ciudad romana, un tropezón del caballo, hizo que el lápiz
saliera disparado de la boca y quedó liberado. Miró a su alrededor y vio una fábrica que le sonaba familiar pero
no sabía por qué. Entró y descubrió que… ¡se había fabricado allí! El lápiz muy
asombrado decidió pasar ahí la noche .Al amanecer se marchó temprano porque quería llegar cuanto antes a Villanueva
de la Serena,
¡sólo le faltaba, poco más de media hora! .
Se metió por accidente en un autobús porque una señora le pegó una
patada.
Ya en
Villanueva de la Serena,
fue hacia su antigua casa pero no había nadie y ponía en un cartel que estaba
en venta. Todo acelerado y preocupado preguntó a un señor que estaba a punto de
vender la casa, que dónde estaba el antiguo propietario. El señor que casi se
desmaya al oír la voz del lápiz, le dijo que se fue hace muchos años, que ya
era mayor y vivía en una residencia en Mérida. ¡El lápiz se dio cuenta que
había estado muchos años olvidado en el cajón y que había tardado en volver a
su casa!
El hombre le dijo también, que Pipe fue médico,
que fue militar de enfermería y
fabricante de armas y que, casi todos, le conocían como Felipe Trigo.
El
lápiz comprendió que Felipe Trigo era el nombre verdadero de su dueño, pero que
él le llamaba Pipe porque era la abreviatura de Felipe. Tuvo que volver a
Mérida en autobús y con voz victoriosa dijo: ¡por fin volveré a ver a Pipe!
Ya en la residencia, el lápiz entró
sigilosamente y se fue a una habitación que ponía en la puerta: Felipe Trigo.
El
lápiz se armó de valor y se dispuso a entrar y… vio a Pipe, pero muy mayor.
Felipe tenía varios diplomas de literatura colgados en la estancia; estaba
escribiendo.
El lápiz
se subió en la mesa y dijo: Pipe, ¿eres
tú?
Felipe muy sorprendido preguntó: ¿Eres tú mi
antiguo lápiz de la suerte, de cuando tenía once años?
Y el
lápiz dijo: Sí, me quedaste olvidado en un cajón y he tardado mucho en encontrarte, pero desde hace tiempo te estoy
buscando.
Felipe lamentó haberlo perdido y prometió no separarse de él,
jamás. Y con el lápiz escribió muchas novelas y cuentos.
FABIO ADRIÁN MOLERO PINUAL (4º de Primaria)
2º PREMIO, MODALIDAD INFANTIL B
LAS HADAS DE LA PRIMAVERA
Esta
historia empieza muy cerca de una gran ciudad llena de coches y ruidos. En ese
lugar hay un bonito rincón del campo dónde crecen muchas flores de colores. Los
árboles son tan altos que parecen tocar el cielo azul, con verdes hojas que
mueve el viento cuando sopla. Se respira aire fresco y se puede oír el suave
ruido que hace el agua de un pequeño riachuelo. Es un lugar muy tranquilo.
Allí viven
unas pequeñas hadas que hacen crecer las flores y los árboles con chispitas que
salen de las yemas de sus dedos.
Una mañana, Flora y sus dos mejores amigas Amapola
y Rosa, las pequeñas hadas de ese lugar están volando sobre las flores. Se
asustan porque escuchan el ruido de unos motores. Al campo están llegando
grandes grúas y camiones. ¡Van a construir una nueva fábrica!
Los dueños de la futura fábrica tienen una hija que
se llama Micaela. Es una niña dulce, simpática y amante de la naturaleza.
Una tarde Micaela va con su padre a visitar el
lugar, y descubre que allí viven las pequeñas hadas Flora, Amapola y Rosa
.Micaela comparte con ellas el trocito de tarta de chocolate y el zumo de
naranja que la niña llevaba para su merienda. Juegan, se divierten, se
hacen amigas.
La niña toma conciencia del problema. No quiere que
aquel rincón tan bonito desaparezca.
-¡Papá, no destruyas esto, es muy bonito y el hogar
de una bonitas hadas!- dice Micaela a su padre.
-No es posible, la fábrica es necesaria- responde
el padre de Micaela.
Las hadas y Micaela sólo encuentran una solución:
buscarán otro lugar donde construir la fábrica. Flora y sus amigas vuelan hasta
un lugar donde sólo hay tierra y muy pocos árboles, es ideal para construir la
fábrica. Micaela se lo enseña a su padre. Su papá la quiere tanto que tarda muy
poquito en convencerse de que aquel lugar es perfecto para la fábrica. Allí no
molestarían a las hadas.
Los padres de Micaela convierten aquel hermoso
rincón en un parque para pasear, jugar, merendar los domingos con las amigas…
Flora, Amapola y Rosa siguen haciendo crecer las
flores y los árboles más maravillosos del mundo entero.
Cuando visites el parque de tu ciudad acuérdate de
las hadas y procura no pisarlas porque son muy pequeñas. Recuerda que son las
responsables de que plantas y flores estén tan bonitas.
EL
PODER DE LA IMAGINACIÓN
Había una vez una
niña llamada Candela, que tenía 9 años.
Candela era despierta, curiosa y con mucha imaginación. Le gustaba pensar que
era una princesa encerrada en un castillo, custodiado por un dragón, al que
algún día vencería y podría salir de allí.
Cuando se iba a la
cama construía una cueva con sus sábanas y seguía imaginando historias de
animales encantados, estrellas parlantes y brujas malvadas.
Un día su mamá le
dijo:
- - Candela, vamos a ir al pueblo a ver a
los abuelos
Y ella muy contenta, respondió:
- - ¡Biennn! ¿Y podré subir a la azotea de la casa de la
abuela?
Su mamá le contestó
que sí.
Por fin llegó el día.
Candela, junto con sus papás y su hermanito, viajó al pueblo donde vivían sus
abuelos. Estaba muy contenta, nerviosa y no dejaba de preguntar:
- - ¿Queda mucho para llegar, queda mucho para llegar?
Cuando Candela y su
familia llegaron a casa de sus abuelos, ella muy contenta los abrazó.
Rápidamente subió a
la azotea, esperando encontrar un lugar mágico donde podría convertirse en un
pirata, una princesa, y… ¿Por qué no? En un fuerte poderoso león. Pero cuando subió encontró que
no había nada, todo estaba vacío. Candela se puso a llorar y dijo:
- - ¡Nooo! ¿ahora qué hago yo si no tengo
con que jugar?
Entre lágrimas, miró
hacia un rincón de la azotea y vio algo. Se acercó cuidadosamente y allí, bajo
una vieja manta, encontró una caja grande lleno de libros de todo tipo: de
aventuras, de piratas, de bosques encantados, de princesas…
Candela no podía
creerlo; estaba muy contenta, pero aún mayor fue su sorpresa al encontrar un
palito con un brillante en su punta. Lo miró fijamente y pensó:
Ésta será mi varita
mágica y con ella podré entrar en cada uno de estos cuentos y convertirme en
protagonista.
Todas las tardes,
después de merendar, subía a la azotea, se ponía a leer uno de esos
maravillosos cuentos y con la ayuda de su varita mágica, vivía historias
inolvidables.
Los años pasaron y
Candela se hizo mayor. Pero siempre recordaba con cariño todas las historias
que vivió gracias al tesoro que encontró en los libros.
Ella quiso compartir
con todos los niños, la alegría que sintió durante su infancia, y por ello se
dedicó a escribir cuentos infantiles.
Todos los que leían
sus historias quedaban fascinados. Consiguió que cada uno de ellos fuera el
protagonista de sus fantásticas historias.
Y colorín, colorado,
este cuento ha terminado.
Candela Escudero Godoy - 3º de Primaria
FINALISTA FELIPE TRIGO, MODALIDAD INFANTIL A
EL ABUELO
En un pueblo llamado Monte vivía un
matrimonio humilde.
El 13 de enero de 2005 nació el primer
hijo de los señores Sánchez, al que llamaron Diego, como su abuelo.
Iban pasando los días y Diego iba
creciendo, su abuelo estaba muy contento con su primer nieto. Iba todas las
mañanas a verle a su casa, se lo llevaba al parque y jugaba con él.
Pasó un año y llegó el primer cumpleaños
de Diego, su abuelo le hizo un carro pequeño para engancharle en su moto y
llevarle de paseo y ese fue el regalo que le hizo con mucho entusiasmo a su
pequeño.
El abuelo era un poco regañón pero con un
gran corazón. Amaba mucho a su familia.
Un día, el abuelo cayó enfermo y se le
llevaron al hospital y el niño le decía a su mamá que por qué se había puesto
malo el abuelo y como era pequeño le dijo que estaba constipado y tenía que
estar allí para ponerse bueno y regresar a casa con él.
Pasaron unos días y el abuelo ya
recuperado volvió a su casa y el niño, cuando vio a su abuelo fue corriendo
hacia él y le dio un gran abrazo y un beso.
Fue pasando el tiempo y Diego comenzó a
ir al colegio y su abuelo iba todos los días a verle y le daba caramelos y le
decía que tuviera cuidad jugando, que no pegara y sobretodo que recordara que
él le quería muchísimo.
Llegó el invierno y muchas veces el
abuelo se ponía malo y le tenían que volver a llevar al hospital porque no
podía respirar. El 13 de octubre el abuelo murió y Diego no sabía lo que
pasaba. Pasados unos días su madre le explicó que el abuelo se había ido al
cielo y que desde allí le iba a proteger siempre.
El niño podía comprender por qué su
abuelo se había muerto, por qué ya no le iba a poder ver nunca más, con lo que
él le quería. Y se puso muy triste. A penas hablaba y comía sin apetito. Así
pasó varios meses, hasta que comprendió que así es la vida.
Han pasado 3 años y no hay ni un solo día
que no mencione a su querido abuelo.
Adrián Caballero 2º Primaria
FINALISTA FELIPE TRIGO, MODALIDAD INFANTIL A
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