jueves, 19 de marzo de 2015

TERCER CICLO



BLANCANIEVES   Y   LAS SIETE GIGANTAS
En un lejano país de Europa, Rusia, vivía un rey que se había tenido que marchar a la guerra; la reina  quedó desconsolada. A los pocos meses les nació un hijo.

 Eran vísperas de Navidad y toda Rusia estaba nevada. Ese mismo día el rey  regresó de la guerra, pero no llegó a tiempo de ver a su esposa con vida. El soberano sufrió mucho por su muerte, pero como el pueblo reclamaba una reina, unos meses después, volvió a casarse. 

La nueva zarina era esbelta como un álamo y hermosa como un haz de trigo dorado al sol. Su aspecto era el que correspondía a una reina, pero no era buena, pues estaba dominada por la ira, el orgullo y la  envidia. Había llevado como dote un espejo de plata y su mayor satisfacción era hablar con él y oírle decir, respondiendo a sus preguntas:

-Vos sois la más hermosa, reina. Nadie puede negarlo.              
   
Y mientras tanto el hijo del rey, Adrián, crecía como una hermosa flor. Era guapo y bueno y todos le querían .Todos menos la reina. 

La princesa Belinda, que era hermosa y astuta se enamoró del lindo príncipe y le pidió matrimonio. El rey contento, accedió y le regaló a su hijo como  dote: 7 ciudades y un centenar de palacios. Todo estaba ya preparado para la fiesta de la boda, cuando la reina preguntó a su espejo si seguía siendo ella la más hermosa:

-Sois muy hermosa pero el prometido de Belinda es todavía más bello. 

La reina arrojó el espejo con furia y llamó a su doncella Andrea, a la que ordenó llevarle  al bosque y atarle a un árbol. Pero Andrea no le ató y se fue.

El príncipe Adrián huyó entre los árboles, y un pájaro  le dijo que fuera todo recto y se encontraría una casa. Cuando llegó a ella, vio que era muy grande.

Entró, observó que estaba desordenada y la ordenó. Después se durmió en una cama, pues había siete, y todas grandes .

Cuando se despertó se vio rodeado de siete gigantas, que se enamoraron de él al instante. Le pidieron matrimonio, pero Adrián no aceptó.  

 La reina se enteró que el príncipe vivía, se vistió de mendiga y le dio una manzana envenenada; éste quedó dormido al instante.

Belinda dio por casualidad con la cueva, besó a Adrián y  despertó. Al día siguiente, se celebró la boda.

De la reina, no se supo nada más desde aquel día.                                                        
                                                                   
                                                                               ADRIÁN MURILLO  6º A

                                              


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