Blancanieves
y el último día
Érase una vez una niña nacida en
un precioso bosque donde siempre daba el sol, llamada Blancanieves.
La pobre niña vivía felizmente
con su familia hasta que, su padre se tuvo que ir a la guerra. Porque como
hidalgo del rey que era, cumplía con su obligación de proteger al reino.
Después de un tiempo sin tener
noticias de su padre decidieron partir en su búsqueda, acompañadas de los siete
soldaditos que vigilaban el bosque.
Tras varios días de viaje sin
obtener indicio del paradero de su padre, encontraron a uno de sus caballeros,
quien los llevó al campamento donde se alojaba.
Éste se encontraba en una camilla
malherido, pero muy contento al verlos. Por eso les dijo:
-Chicos, estoy indefenso y no
podré continuar con la conquista. Así que lo haréis vosotros por mí.
- ¡Estamos dispuestos a ello!
Cuéntenos que debemos hacer.
-Bien, tenéis que ir a un gran
castillo poseído por el rey de estas tierras y derrotarlo, pero tened mucho
cuidado porque os encontraréis algunos peligros.
Se adentraron en una arboleda
luminosa, frondosa y fresca con aromas de bellas flores.
De repente, vieron a un gigante
de jengibre. Entonces con sus labios rojos cual carmín, su generosidad y su
bella voz, llamó a los ruiseñores.
-Yolerey, Yolerey, Yolerey ji, juu.
-Dinos Blancanieves, ¿Qué
necesitas?
-Necesito que me ayudéis con el
gigante.
Los pájaros se reunieron en
bandada y empezaron a picotear a aquel gigante de galleta.
-Gracias, ¿queréis uniros a
nuestra aventura?- dijeron los soldaditos.
-Sí, con mucho gusto.
Cayó la noche y la madre de Blancanieves
decidió que se tenían que refugiar.Lo hicieron en una cueva.
Se dispusieron a descansar, pero
cuando estaban a punto de dormirse, apareció un enorme oso del interior y,
asustados, salieron de ahí.
Continuaron el camino, pero ya
cansados decidieron parar y dormir un poco.
Al día siguiente, los recogió el
príncipe. Blancanieves le preguntó:
-¿Cómo puedes saber a dónde nos
dirigimos?
-Lo sé porque yo también fui
elegido.
Tras un viaje lleno de emociones,
por fin llegaron al siniestro castillo.
En la entrada estaba Laguna, la
dragona que contra su voluntad vigilaba esta fortaleza.
-¿Qué hacéis aquí? - preguntó
Laguna.
-Venimos a... - dijo el príncipe.
-Derrotar al rey de estas
tierras. - continuó Blancanieves.
-Pues me uno a vosotros, estoy
cansada de estar aquí atada con estas cadenas - contestó la dragona.
El monarca se encontraba en la
torre más alta.
Para poder derrotarlo tuvieron
que recurrir a la magia de la madre de Blancanieves, pues el rey era un gran mago.
Al final lograron abatirlo y las
guerras se acabaron.
El príncipe y Blancanieves se
casaron, prometiendo a su padre que seguirían conquistando más tierras.
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